top of page
Buscar

¿Te comparas con los demás?

  • Pilar del Rosario
  • 18 feb 2016
  • 2 Min. de lectura

La autoestima es el autoconcepto, la autoimagen que tenemos de nosotros mismos y ésta se ha ido construyendo a lo largo de los años, sobretodo en nuestra infancia.

Influye mucho en la construcción de nuestra autoimagen o nuestro autoconcepto la aprobación o desaprobación que recibimos de nuestros seres queridos y personas de referencia (padres, hermanos, abuelos, tíos, maestros, etc.) así como las dosis de afecto o las carencias afectivas de estas personas. De esta manera vamos construyendo el concepto que tenemos de nosotros mismos, lo que será la base de cómo nos relacionaremos con nuestro entorno en cada uno de los ámbitos en los que nos movamos (trabajo, familia, amigos, pareja, etc.).

La comparación es un mal aliado, ya que nos convierte en personas inseguras, críticas con nosotros mismos y con los otros cuando no salimos bien parados en esta comparación. Las autocríticas nos hacen un gran daño, son un maltrato psicológico hacia nosotros mismos ya que nos hace sentirnos inseguros y tristes.

La gran pregunta que seguramente os haréis algunos será: ¿Cómo puedo cambiar esto?

Como en todo, no existe una fórmula mágica y no hemos de olvidar que cada persona es un mundo, pero las comparaciones suelen causar el mismo mal a unos que a otros. Cuando nos comparamos con otros es un reflejo de la inseguridad e insatisfacción que sentimos hacia nosotros mismos. Además, como bien se dice popularmente, siempre que nos comparemos encontraremos que hay personas que nos parecen mejor, a la vez que hay personas que nos parecen peor, pero…..

¿Por qué no nos podemos aceptar y querer tal como somos?

Para empezar, un ejercicio sano y eficaz es: con tranquilidad e intentando liberarnos de todo juicio de valor, plantearnos las siguientes preguntas y responder a ellas por escrito (la escritura es una gran herramienta terapéutica):

  • ¿Quién soy?

  • ¿Cuáles son mis cualidades positivas y cuales son las no tan positivas?

  • ¿Qué me gusta hacer?

  • ¿En qué soy bueno/a?

Esto puede resultar una tarea incómoda ya que no estamos acostumbrados a hacernos estas preguntas pero al final es un ejercicio sanador; es como cuando vas al gimnasio: te da pereza, te cansas, te duele, pero una vez lo has hecho y te metes debajo de la ducha seguramente piensas “¡Qué bien me siento ahora!” éste como todos los hábitos cuesta adquirirlos pero una vez hemos arrancado, empezamos a acostumbrarnos a este nuevo hábito y todo suele ir sobre ruedas. Ahora sí, para adquirir el hábito hay que ponerlo en práctica cada día durante al menos un mes.

O sea, respondo a las preguntas arriba planteadas y luego intento adquirir el hábito de cada día recordar quien soy, mis cualidades positivas, lo que me gusta hacer y en que soy bueno. Una vez transcurrido el tiempo necesario para que esto se convierta en un hábito, probablemente ya no tendremos la necesidad de concentrarnos tanto en lo que hacen los demás y sepamos valorar más lo que hacemos nosotros, sin olvidar que cada uno de nosotros somos seres especiales y únicos.


 
 
 
  • Facebook Social Icon
  • Instagram
bottom of page