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¿Qué pasaría si cambio?

  • Pilar del Rosario
  • 28 ago 2017
  • 4 Min. de lectura

Comienzo con un cuento el cual pienso es sumamente ilustrativo de lo que quiero hablaros

hoy, sobre el CAMBIO. El cuento se titula La oruga y dice así:

Una pequeña oruga caminaba un día en dirección al sol. Muy cerca del camino se hallaba un saltamontes.

-¿Hacia dónde te diriges? - le preguntó sin dejar de caminar.

La oruga respondió:

-Anoche tuve un sueño. Soñé que desde la cima de la gran montaña yo miraba todo el valle. Me gustó lo que soñé y he decidido realizarlo.

Sorprendido, el saltamontes le dijo a la oruga mientras se alejaba:

-¡Tú estás loca! ¿Acaso crees que podrás llegar allí? Tú eres una simple oruga, para ti una piedra ya es una montaña y un charco, un mar; cualquier tronco, una muralla infranqueable.

Pero la oruguita ya se había alejado lentamente y continuaba su marcha sin parar.

De pronto, la oruga oyó la voz de un escarabajo:

-¿Hacia dónde vas oruga, tan decidida?

Sudando, la oruga le dijo jadeante:

-Tuve un sueño que me gustó tanto que decidí realizarlo. Voy a subir a esa montaña y desde la cima contemplaré todo nuestro mundo.

El escarabajo no pudo aguantarse la risa, soltó una carcajada y dijo:

-Ni yo, con patas tan grandes, intentaría realizar algo tan ambicioso.

Y se quedó en el suelo, tumbado de la risa, mientras la oruga continuaba su camino, avanzando centímetro a centímetro.

De la misma forma que había encontrado al saltamontes y al escarabajo, la oruga se topó en su camino con la araña, el topo, la rana y la flor. Todos le aconsejaron desistir de su empeño:

-¡No lo lograrás jamás! Estás perdiendo el tiempo. Sería mejor que te resignaras a ser una oruga. ¡Eres demasiado ambiciosa!

Pero dentro de la oruga había un fuerte impulso que la hacía seguir. Cansada cada vez más, agotada y sin fuerzas hubo un momento en que se sintió morir y decidió parar a descansar y construir, con su último esfuerzo, un lugar donde pasar la noche.

-¿Estaré mejor mañana? -fue lo último que la oruga dijo, y murió.

Todos los animales del valle fueron a mirar sus restos. Ahí estaba el animal más loco del pueblo. Había construido como tumba un monumento a la insensatez: ahí estaba un duro refugio, digno de alguien que murió por querer realizar un sueño irrealizable.

Una mañana en la que el sol brillaba de manera especial, todos los animales se congregaron en torno de aquello que se había convertido en una advertencia para los atrevidos. De pronto, quedaron atónitos. Aquella concha dura comenzó a quebrarse y, con asombro, vieron unos ojos y unas antenas que no podían ser los de una oruga que creían muerta.

Una bella mariposa voló hacia la cima de la montaña y miró todo el valle, situado a sus pies.

Una vez leído este bonito relato es importante destacar que el cambio debería ser sensato, meditado y sin miedo.

Aún así, a veces mostramos resistencia al cambio, nos cuesta dar el paso y podemos decirnos a nosotros mismos para justificarnos, cosas como: “siempre se ha hecho así, “no hay otra manera”, “yo soy así”, “¿para qué cambiar?”, etc. Este diálogo que tenemos con nosotros mismos es lo que conocemos como RESISTENCIA y esta resistencia no es más que la/las estrategias que utilizamos para disminuir o eliminar la ansiedad que cualquier proceso de cambio puede generar y justificar el quedarnos en nuestra “zona confort”. El miedo es un mecanismo de defensa normal pero que se puede convertir en un estorbo si nos impide adaptarnos activamente a la realidad.

Los miedos más frecuentes son:

  • miedo a lo desconocido: es su justa medida puede ser positivo pero si se excede puede llegara paralizarnos.

  • miedo o dudas sobre nuestra capacidad: puede ser altamente paralizante.

Cuando vivimos con miedo nos sentimos débiles, vulnerables y hasta amenazados por lo que tendemos a buscar protección, seguridad y podemos caer en la trampa de cerrar las puertas de nuestra mente y de nuestro corazón a lo nuevo y desconocido y autoengañarnos de que estamos bien tal como estamos, convencernos de que el cambio que se nos presenta puede ser peor y lo que hacemos es quedarnos igual, sin atrevernos a cambiar, quedándonos en nuestra cómoda zona confort.

¿Qué pasaría si probásemos cambiar aquello que no nos gusta? ¿Qué pasaría si persiguiésemos nuestros sueños, tal como hizo la oruga en el cuento? Puede que salga bien o puede que salga mal pero si queremos cambios en nuestra vida, no olvidemos que hemos de hacer cambios. Si siempre hacemos lo mismo obtendremos el mismo resultado.

Imagínate si mezclas dos colores: azul + amarillo = verde pero si quieres un tono diferente de verde ¿qué harás? seguramente cambiarás la proporción de azul o de amarillo en la mezcla, pues eso mismo es lo que te sugiero hacer con tu vida. Si no estás a gusto y no te sientes pleno/a y feliz ¿por qué conformarte?

Recuerda, hemos venido a ser felices y con esto no pretendo incentivarte a hacer cambios a lo loco y sin sopesar bien los pros y los contras pero sí te animo a ser valiente y perseguir tus sueños sin que dejes que el miedo te paralice.

¡Animo, piensa, sé sensato/a, valiente y actúa si crees que es lo que debes hacer!


 
 
 
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